Antonio Santa Ana

Sin ánimos de faltar el respeto, este libro, Los Ojos del Perro Sidoso, es un libro que leí únicamente porque fue obligatorio en la secundaria y tengo que decir que es espantoso, escrito por un hippie culo roto. Primero que nada, el protagonista es un fanático de Sherlock Holmes, esto a pesar de que se repite constantemente en el libro jamás agrega nada, incluso hubiera sido mejor si nunca destacaban esto en la historia, ya que delata lo increíblemente superficial y pelotudo que es el escritor, incapaz de caracterizar a un personaje inteligente sin recurrir a los tópicos que hacen a una persona ''inteligente'', claro, el protagonista lee a Sherlock Holmes y juega ajedrez, entonces sí o sí debe ser inteligente, qué brillante... el personaje sólo es inteligente porque el libro lo recalca, pero ninguna de sus acciones dentro de la historia reflejan que de verdad lo es, esto pasa cuando un escritor que lo más inteligente que leyó fue Rayuela de Cortázar intenta escribir a un personaje inteligente, el resultado: deja ver que es una persona con una limitada capacidad de análisis.

El hermano del protagonista es un homosexual reprimido, que en una Argentina progresista es incapaz de decir que es gay (aunque sea evidente, ya no sólo porque tenía sida sino porque además se pasaba de quejón, era de aquellos que van a un Starbucks para hablarte maravillas del socialismo y a quejarse del capitalismo), aunque no lo parezca en principio, este personaje es decente, ya que es tonto, sin embargo, es muy humano serlo: el muy boludo olvidó decirle al novio que cuando le rompa el culo se ponga preservativo para no transmitirle el sida.

El libro tiene mucho relleno, es decir, pasan cosas que no tienen sentido que estén presentes en lo que nos quieren contar, eso no sería tan malo de no ser porque el autor nos lo vende como un estudio de personajes complejo y profundo. La insistencia del autor en jactarse de dar un mensaje progresista o algo así, me resulta patética, como si el logro más grande de su vida fuese ese, cuando la realidad es que mucha gente ya dio ese mensaje antes, de manera más efectiva, sutil, inteligente, agresora y mejor en general en cada aspecto imaginable, para rematar lo hicieron en una época en la que la homosexualidad era vista como un pecado y te condenaban si decías algo que vaya contra esa narrativa, este tipo (Antonio Santa Ana) si hubiese nacido unos siglos antes seguramente no sacaba este libro porque es un maricón, nada que ver con los hombres gays (es decir, gente increíblemente respetable progresista de verdad) que dieron su vida por la causa y se jugaron el culo por su orientación.

El final es una basura que pretende ser una ''moraleja'' destructora de esquemas, es de tinte ambiguo para que reflexionemos, para que pensemos ''¡fua, qué profundo es esto!'', lo cual no logra porque es muy obvio el mensaje dado los acontecimientos que plantea la obra, es la invitación a la reflexión de un estudiante de filosofía de primer año que se fumó un porrito y se creyó brillante por escribir el pensamiento más básico y cuadrado que leíste en tu vida.… (meer)