La estética renovadora del humor de Enrique Jardiel Poncela (1901-1952) alcanzó una de sus mayores cimas con 'Eloísa está debajo de un almendro' (1940). En esta hilarante comedia propone Jardiel, frente al humor ramplón y casticista del chiste fácil y el lenguaje vulgar, una comicidad basada en lo inverosímil de las situaciones que viven los personajes y en la abigarrada escenografía, como resulta bien patente en el primer acto de la obra, una pieza antológica del teatro cómico. Pero, fascinado por los relatos de detectives, Jardiel decidió añadir a su comedia, junto al componente humorístico que la vertebra, el misterio, la trama policíaca y el carácter excepcional e imaginativo de sus personajes protagonistas. La hábil combinación de todos esos ingredientes convirtieron 'Eloísa está debajo de un almendro' en la obra más representativa y lograda de su autor.

Una buena combinación del humor y la intriga policiaca, con situaciones rayanas en el absurdo y personales extravagantes y encantadores. Por ejemplo, el señor que se metió en cama no sé cuántos años atrás para no salir nunca, pero todos los fines de semana hace un "viaje en tren" (imaginario, claro está), con su campanilla para salir de las estaciones y todo. O los dos criados, uno a punto de marcharse y otro que será su relevo, ambos asustados de las rarezas de la casa pero ninguno acaba de irse. Y un delicioso prólogo en el cine, lleno del mejor costumbrismo. O, en fin, el decorado del primer acto, con una gran habitación literalmente atestada de muebles y cacharros, con senderos para ir de un sitio a otro. No sé, también un ingenioso juego de identidades entre el criado de los supuestos "malos" (que no lo son tanto, al fin y al cabo) y el policía disfrazado. Es verdad que todo esto puede que esté ya superado hoy, pero no cabe duda de que sigue formando un conjunto estupendo para pasar un buen rato leyéndolo o, estoy seguro, también viendo la obra representada. ( )