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Ninety-Two Days: A Journey in Guiana and Brazil, 1932 (1934)

door Evelyn Waugh

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Verslag van een in 1934 gemaakte reis per boot, te paard en te voet door het grensgebied van Brazilië en (het toenmalig Brits) Guyana, een streek die ook nu nog afgelegen en moeilijk toegankelijk is. De auteur beschrijft zijn ontmoetingen met Indianen, missionarissen en avonturiers.
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Fun book w/ the typical British sense of humor about a location I almost visited 2 years ago and probably will in the next few years.... ( )
  untraveller | Jul 5, 2016 |
obre su afición a viajar, el autor nos dice: “en mi caso, y en el de muchos mejores que yo, existe una fascinación por los territorios lejanos y bárbaros, y particularmente por las zonas fronterizas en las que entran en conflicto culturas y niveles de desarrollo, donde las ideas, arrancadas de raíz de sus tradiciones, adoptan otra forma al ser trasplantadas”.

Personalmente me gustan los libros que narran viajes, bien novelas, “El correo del Zar” por ejemplo; bien narraciones que describen las impresiones que el viajero experimenta y transmite. Me viene a la memoria los libros de Kapuscinski, alguno de ellos leído en el club – El imperio - al que he considerado como un maestro en el arte de narrar y describir sus impresiones. De antiguo estos libros han sido una fuente de conocimientos y datos culturales e históricos como Homero y otros dejaron patente desde el principio de la Historia, sin olvidar las enseñanzas que transmiten los libros sagrados de las diferentes religiones que también cuentan viajes y las dificultades pasadas por los pueblos elegidos.

Evelyn Waugh es uno de esos escritores rendidos a la magia de contar lo que ve. Sin que le desanimen las dificultades que sabe va a pasar, dos años después de su viaje a África para asistir a la coronación del Emperador de Etiopía, Haile Selassie, se embarca en un periplo de noventa y dos días por la Guayana Británica y las tierras de Brasil limítrofes con ella.

Estamos en 1932, en un territorio escasamente explorado, sin apenas estructuras de comunicaciones. Este es el escenario escogido para viajar y contar las penalidades y sorpresas que todo tour proporciona. Medios de transporte rudimentarios o inexistentes, montañas y ríos caudalosos y peligrosos, contacto con indígenas con los que el entendimiento siempre es difícil, desconfiados, con los que negociar cualquier cosa, desde la compra de alimentos a conseguir porteadores es una labor compleja y tediosa. A todo esto se añade las “bondades” del clima con sus bandadas de mosquitos, garrapatas y bichos de distinto pelaje y tamaño, que hay que sufrir lo más estoicamente posible.

Se encontrará no solo con los indígenas propios del territorio, también con negros traídos de la lejana África como mano de obra esclava, con mestizos y con hombres blancos, misioneros generalmente, que intentan llevar la palabra de Dios y dar otros medios de vida que mejoren la calidad de esta, algunos realmente disparatados como la pretensión de la Compañía, como llama a la Orden Benedictina,de llevar el progreso a esa región mediante la instalación de una fábrica de hielo en plena selva, hazaña que no se puede decir que tuviese éxito.

Esta mezcolanza de personas y razas pululando en el territorio es otra fuente de problemas, dado el distinto sentir y pensar de sus componentes, unos sintiéndose propietarios del suelo que pisan, otros sabiendo su condición de esclavos, los mestizos no siendo de nadie y los blancos considerándose dueños de todo, incluso de imponer su modo de vida y pensamiento.

Todo queda a un albur y a un destino imprevisto. Siempre hay que tener un plan B ya que con frecuencia lo organizado no puede llevarse a cabo, bien por razones de geografía bien por imponderables humanos no previstos. Estos inconvenientes incrementan el concepto de aventura que se supone a cualquier viaje por territorios no bien conocidos.

La descripción aunque aclaratoria de como eran las cosas en esas latitudes, no cansa. No abusa al contarnos como era la cultura de esos indios amazónicos o de los conflictos territoriales que siempre ha habido en esa zona entre los países que la tienen como límites, Brasil y Venezuela. Eso hace que la lectura sea amena y a través de ella lleguemos a conocer como eran por entonces aquellos territorios, aún hoy entre los más inexplorados de América del Sur.
  biblioforum | Jan 23, 2014 |
Strangely, Evelyn Waugh so disliked his own travel books that he would not allow them to be republished in his own lifetime. He seems to have considered them – even Labels a thinly disguised account of his own honeymoon – as little more than an excuse for his desperately felt need to escape the horrors of the English winters. Every year, when he could, he elected the escape of all-absorbing project to hide away from a potential attack of his own personal version of SAD (seasonal affective disorder). His own questioning of ”What on earth am I doing here?” echoes throughout this Ninety-Two days of arduous exploring – and note that he counts them!

He might well ask, as the overheard adventurous accounts that determined his trip and intrigued him into his planning were stories of New Guinea (Papua), not, as he had mistakenly convinced himself, of British Guiana (Guyana)! But it was to Guyana he went, with a little nip of an attempted side-trip to the fabled Amazonian city of Manaos, trapping him briefly in Brazil.

In his introduction that is almost a justification for himself of his trip, he asks; ”Who in his senses will read, let alone buy, a travel book … about a place he has no intention of visiting?” Luckily for Evelyn the answer is obvious, otherwise he would have difficulty in funding all his trips, but as he never originally had any intention himself of visiting Guyana, it is a cheeky question!

Evelyn’s sneaky wit sometimes peeps out of the truly grueling hazards of this trip, but one does struggle with him through the hard trekking, primitive and unreliable communications and grotesque food. Evelyn’s writing however our reward for our participation in his journey.
In further justifications of his book, Evelyn muses on the trend he discerns in his peers as they seek to convince their own readers that they are merely ”workers’ toiling at an arduous and disliked craft. “Englishmen dislike work and grumble about their jobs and nowadays writers make it so clear that they hate writing that their public may become excusably sympathetic and urge them to try something else.” Many of us who read everything written by the talented Waugh family are grateful that Evelyn however loved writing, even if he did dislike his own wonderful travelogues!
  John_Vaughan | Oct 25, 2011 |
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Take, for instance, Evelyn Waugh’s little-remembered Ninety-two Days: A Journey in Guiana and Brazil (1934). Wishing to escape a sticky personal situation in London, and having always been intrigued by the vague blob of British Guiana on the world map, Waugh set off on a journey that took him across the Atlantic, into the Guyanese interior (on a route apparently devised for maximum discomfort), and across the border into Brazil, where he got stranded in the soporific town of Boa Vista. He complains happily about the food (unappetising, monotonous), the water (dirty), the people (stupid), and the generally insalubrious climate. It is hard to imagine anyone having more fun on a less pleasant expedition.
toegevoegd door John_Vaughan | bewerkCaribbean Review (Oct 24, 2011)
 
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Verslag van een in 1934 gemaakte reis per boot, te paard en te voet door het grensgebied van Brazilië en (het toenmalig Brits) Guyana, een streek die ook nu nog afgelegen en moeilijk toegankelijk is. De auteur beschrijft zijn ontmoetingen met Indianen, missionarissen en avonturiers.

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