Es costumbre de Arist#65533;teles (costumbre, por lo dem#65533;s, tan estimable como po-co com#65533;n) comenzar una obra ofreciendo la enumeraci#65533;n de todas aquellas cuestiones con que habr#65533; de enfrentarse a lo largo de toda ella. Un #65533;ndice se-mejante de cuestiones existe tambi#65533;n en el tratado Acerca del alma. La breve cita que encabeza este apartado de nuestra Introducci#65533;n recoge precisamente aquellas l#65533;neas con que se abre la relaci#65533;n de los problemas a tratar. De acuerdo con el programa expuesto en estas l#65533;neas, la cuesti#65533;n fundamental y que ha de abordarse en primer lugar es #65533;a qu#65533; g#65533;nero pertenece y qu#65533; es el alma#65533;. Tal afirmaci#65533;n implica que Arist#65533;teles no se plantea de modo expl#65533;cito el problema de si el alma existe o no: su existencia no se cuestiona, sino que se pasa directamente a discutir su naturaleza y propiedades. El lector de hoy sentir#65533; seguramente que su actitud ante el tema se halla a una notable distancia del planteamiento aristot#65533;lico y considerar#65533; que la verdadera cuesti#65533;n a debatir no es la naturaleza y propiedades del alma, sino la existencia misma de una realidad de tal naturaleza y propiedades. El horizonte dentro del cual Arist#65533;teles debate el problema del alma difiere notoriamente del horizonte intelectual en que se halla instalado el lector moderno en virtud de diversas circunstancias hist#65533;ricas de las cuales tal vez merezcan destacarse las dos siguientes: las connotaciones religiosas asociadas a la idea de alma y la decisiva influencia ejercida por el Cartesianismo sobre la psicolog#65533;a metaf#65533;sica a partir de la modernidad