El título señala perfectamente a la auténtica protagonista de la novela. La autora se extiende, y mucho, en las descripciones de la campiña gallega, donde los dos chicos protagonistas triscan a sus anchas, hasta el punto de que algún crítico mordaz calificó la obra de "tratado de botánica". Y esto mismo es lo que aburre un poco, porque no añade nada. Se supone que se trata de marcar las distancias entre la ingenuidad y bondad natural de los dos protagonistas (hermanos de padre, aunque ellos no lo saben, y enamorados, por supuesto) y los criterios de "la ciudad", encarnados en el tío de ella, Gabriel, que llega para "educarla" y, de paso, casarse con ella, con la reacción lógica del rapaz, sobre todo cuando Gabriel les descubre el secreto de su parentesco, que todo el mundo sabía pero nadie (gallegos, en definitiva) se lo había dicho antes. El resultado es una novela romanticona, por momentos lentorra. La trama podía perfectamente trasplantarse a cualquier otro ambiente y daría lo mismo. De este modo, se superponen dos planos: el del argumento de amores, bastante previsible y un tanto simplón, y el escenario natural, que se hace pesadote. Podríamos encontrar un punto de contacto entre ambos planos en la idea del "buen salvaje", estropeado por el contacto con la sociedad, pero eso no se sostiene demasiado bien. Lo que mejor me ha parecido es el dominio del lenguaje de la Pardo Bazán, que utiliza el castellano galleguizado con auténtica maestría, abundando en palabras y expresiones realmente interesantes. Pero, con todo, un clásico que no me ha gustado. ( )

Una segunda parte bien merecida para "Los Pazos de Ulloa". Pero no es mi preferida de Doña Emilia. ( )