De nuevo he tenido que superar mis prevenciones con esta antología. Ya saben, una poetisa argentina, de orígenes humildes, amiga y musa de intelectuales mucho más famosos que ella (por aquí se suele colar la idea progre-feminista de que en realidad los varones no son genios, sino que transcriben lo que sus mujeres, humildes, les susurran al oído), ultrasensible, maltratada por la vida y, al final, suicida en su juventud. Además, en este caso, el suicidio mereció ser recordado merced a una grandísima canción. Con estos antecedentes, uno siempre piensa que la poesía se ha quedado olvidada en alguna parte. ¿Merecerá la pena leer a esta mujer por sí misma o por sus circunstancias vitales?

Bueno, pues, contrariamente a otros casos, sí me ha gustado esta poetisa. Especialmente en sus primeros libros, de inspiración romántica, y en los siguientes influidos por el modernismo, los que quizá mejor encajan con su personalidad tímida. A veces Storni hace de la necesidad virtud y parece disfrazar de sacrificio heróico lo que quizá no sea más que incapacidad para la comunicación directa, pero otras veces consigue tocar de verdad nuestra fibra sensible. Y, quizá, de un poeta bueno, no excepcional, solo quepa esperar que nos emocione una o dos veces. Es lo que tiene la poesía, quizá. ( )