LIBRO DEL ENTE ESPIRITUAL

PRÓLOGO

Hablar de Parecelso es hablar de un gigante, y hablar
de un gigante es hablar de mitología. Como en la
mitología clásica, si hemos de referirnos a ese personaje
que fue Philipus Aureolus Theophrastus von Hohenheim,
llamado Paracelso, nos vemos obligados a huir del dominio
de lo puramente histórico, de sus límites y directrices
para circunscribirnos en el a veces incierto y resbaladizo
ámbito del mito.

Actualmente parecemos haber olvidado que el sentido
originario de la palabra mito era sencillamente «palabra»
y que sólo tardiamente tomó el de «acontecimiento
fabuloso». Si bien el mito es la fábula, la leyenda, es sobre
todo la palabra que encubre una enseñanza, casi siempre
iniciática, siempre esotérica.

Con Paracelso ocurre algo parecido. Más que el personaje,
lo que importa es la función, lo que simboliza el
personaje. Y esta función es sin duda tan original, tan
poco frecuente, que no podía ser encarnada por cualquiera.
Médico maldito, según la expresión tan poco acertada
de Allendy, profeta por sus famosos «Pronósticos»...